jueves, 19 de diciembre de 2013

Temo

He tardado veintiún años en quererme
y aún me cuesta creerme.

Soy de las que se dedican a plantar
en vez de a deshojar tréboles.

Mi suerte no tiene nombre,
pero duerme en el lado que no se atreve a ocupar nadie.
Se toca el pelo como queriéndome
decir algo.
Y mis ojos se vuelven madera mojada de tanto llorar
por verse entre los dedos del niño más valiente,
el miedo.

Miedo a saber convivir con la vida,
a dejar de escribir por tenerte enfrente,
a saciarme contigo y que signifique libremente.
Miedo a leerte con la mente
a no querer salir de tu cama en muchísimos daños.
A serte infiel con tu espalda,
a jurar amor eterno al olvido de olvidarte.

Me temo 
por no saber ser triste
si no es en tu llanto.

Miedo, en definitiva
a dejar de temer el futuro
si viene de tu mano.